miércoles, 20 de mayo de 2015

“Oyó mi oración sincera”


Cuando Alfredo Amador era pequeño, su padre le mostraba los cielos estrellados y le decía los nombres de algunas constelaciones. También le decía que todas las había creado Dios. El padre de Alfredo murió antes de que este cumpliera los 10 años. Alfredo, que entonces vivía en Turmero, en el estado de Aragua, comenzó a abrigar dudas sobre su religión. No le parecía correcto que el cura cobrara por hacer plegarias por los muertos o que los ricos pudieran sacar del purgatorio a sus parientes antes que los pobres. Lleno de dudas, se entregó a la borrachera, la inmoralidad sexual, la violencia y las drogas. Al empezar a segar las consecuencias de lo que había sembrado, se puso a buscar una salida, y se acordó de aquellas noches en las que contemplaba el cielo con su padre.
Él relata: “Una tarde que me sentía completamente desesperado le pedí a Dios con lágrimas en los ojos que me permitiera conocerle. Al parecer oyó mi oración sincera, pues a la mañana siguiente llamaron a mi puerta dos testigos de Jehová. Tuvimos conversaciones muy interesantes, pero yo no aceptaba el estudio bíblico. Quería leer la Biblia por mi cuenta, aunque acepté ir al Salón del Reino. El hermano que me visitó también me llevó a una asamblea en Cagua. Mientras escuchaba los discursos, me di cuenta de que había encontrado la verdad. Cuando los que iban a bautizarse se levantaron para contestar las preguntas, yo también me puse de pie”.
Alfredo se sorprendió al ver que todos los que se habían puesto de pie estaban en una sección del auditorio, mientras que él estaba en otra, pero se puso con ellos en la fila para el bautismo. Alguien que lo vio le preguntó a qué congregación pertenecía. Ni siquiera sabía que las congregaciones tuvieran nombre. Pronto se dio cuenta de que en realidad no estaba listo para bautizarse.
No mucho tiempo después se casó con la mujer con la que vivía y, gracias a la ayuda de un estudio sistemático de la Biblia, llenó los requisitos para acompañar a los hermanos en la predicación de casa en casa. En 1975 se bautizó junto con su esposa. Ahora es anciano cristiano en Maracay. Espera el día en que su padre sea resucitado en el nuevo sistema de Dios; entonces podrá decirle que el Creador de quien le habló hace tantos años se llama Jehová y animarlo a conocerlo bien.


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