“La
tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas
cubren el mismísimo mar.”—ISAÍAS, PROFETA ISRAELITA DEL SIGLO VIII A.E.C.
El profeta Isaías vaticinó así el día en que
toda la Tierra estaría unida en la adoración al Dios Omnipotente. La situación
actual, sin embargo, lleva a que algunas personas vean más lejana que nunca la
realización de esta profecía.
En los primeros decenios de este siglo, por
ejemplo, los revolucionarios bolcheviques creían que la supresión de la
religión constituía un paso necesario para la liberación del proletariado.
Afirmaban que el ateísmo ‘liberaría a las masas obreras de la carga de los
prejuicios y engaños del pasado’. Stalin logró que de las más de 40.000 iglesias
ortodoxas que estaban abiertas al público en 1917, solo quedaran 100
en 1939.
Hitler también consideraba la religión como
un obstáculo para alcanzar el dominio absoluto. “Uno es cristiano o alemán.
No es posible ser ambas cosas”, declaró en cierta ocasión. Pretendía
eliminar gradualmente toda religión que escapara a su control. Para ello, los
nazis elaboraron rituales cuasirreligiosos: oraciones, festividades, bautismos
y hasta funerales. Hitler era su mesías, y la patria su divinidad. Con el beneplácito
hitleriano podían cometerse todo tipo de atrocidades.
¿El ocaso de la
religión?
Hitler y Stalin fracasaron en su empeño por
erradicar la religión. Pero parece que hoy en día, la indiferencia hace las
veces de la tiranía. Al estudiante de la Biblia no le sorprende que los
sucesos hayan adoptado este cariz, pues el apóstol Pablo dijo a Timoteo que en
los “últimos días” los hombres serían “amadores de placeres más bien que
amadores de Dios”. (2 Timoteo 3:1-4.)
¿Enseña la Biblia que estos “últimos días”, caracterizados
por la apatía religiosa, preludian la caída de todas las religiones? No,
pues las Escrituras predicen únicamente el fin de la religión falsa,
cuyo nombre simbólico es Babilonia la Grande. El libro de Revelación o
Apocalipsis dice: “Un ángel fuerte alzó una piedra semejante a una gran piedra
de molino y la arrojó al mar, diciendo: ‘Así con lanzamiento veloz será
arrojada abajo Babilonia la gran ciudad, y nunca volverá a ser hallada’”.
(Revelación 18:21.)
Sin embargo, la desaparición de la religión
falsa no dará paso al imperio del ateísmo. Por el contrario, el Salmo
22:27 predice: “Todos los cabos de la tierra se acordarán y se volverán a
Jehová. Y todas las familias de las naciones se inclinarán delante de ti”.
¡Imagínese el día que “todas las familias de las naciones” se unan para adorar
al único Dios verdadero! Esta extraordinaria profecía se cumplirá bajo el
dominio del Reino de Dios. (Mateo 6:10.) Cuando llegue aquel día, la religión
—la verdadera— tendrá gran relevancia. Pero ¿qué puede decirse de la
actualidad?
Se llena un vacío
espiritual
La vacuidad espiritual que predomina en la
Europa actual es muy parecida a la del Imperio romano en el siglo I. El
historiador Will Durant explica cómo satisficieron los cristianos la necesidad
espiritual del momento: “En el vacío moral de un paganismo moribundo, en la
frialdad del estoicismo y la corrupción del epicureísmo, en un mundo enfermo de
brutalidad, crueldad, opresión y caos sexual, en un imperio pacificado en el
que aparecían ya superfluas las virtudes masculinas y los dioses de la guerra,
el cristianismo introducía una nueva moralidad de fraternidad, benevolencia,
decoro y paz”.
El vacío espiritual y moral que siente el
hombre de nuestro tiempo puede llenarse con el mismo poderoso mensaje que predicaron
por todo el Imperio romano los primeros cristianos; y hay personas dispuestas a
escuchar. Muchos europeos, aunque no parezcan muy religiosos, todavía
opinan que Dios ocupa un lugar destacado en su vida. Aunque no asistan a
los oficios religiosos tradicionales, algunos han llenado su vacío espiritual
en otro lugar.
Juan José, joven de la ciudad española de
Palma de Mallorca, estudió en un colegio católico y fue monaguillo hasta los
13 años. Los domingos iba a misa con su familia, pero dejó de ir en la
adolescencia. ¿Por qué? “En primer lugar, la misa me aburría —explica Juan
José—. Me la sabía de memoria, pues siempre se repetía lo mismo. Además, el
cura nos trataba mal a los monaguillos. Por otro lado, no veía bien que la
gente humilde tuviera que pagar por las misas de difuntos.
”No dejé de creer en Dios; solo pensé que
podía adorarlo a mi manera, sin ir a la iglesia. Mis amigos y yo tratábamos de
sacarle el jugo a la vida. Creo que para mí, lo primero era divertirme.
”Cuando cumplí 18 años empecé a estudiar
la Biblia con los testigos de Jehová. Me ofrecieron algo que no había
visto nunca en la iglesia: una fe clara basada en la Biblia, y no en la
tradición ni en ‘misterios’ que no me cabían en la cabeza. Tuve que
hacer muchos cambios a causa de mis nuevas creencias. En vez de dedicar los
fines de semana a organizar fiestas en las discotecas, empecé a ir de casa en
casa para hablar con los vecinos de la fe que acababa de aprender. Mi vida
cobró sentido al dedicarme a ayudar al prójimo. Llevo ya siete años sirviendo
de ministro de tiempo completo de los testigos de Jehová.”
Pero no son únicamente los jóvenes
quienes tratan de llenar el vacío espiritual que sienten. Antonia, una anciana
de Extremadura (España), dedicó la mayor parte de su vida a lo que denomina
“buscar a Dios”. En la adolescencia oía misa a diario; acabó ingresando en una
orden religiosa católica, pues decía: “Si Dios no está en el convento,
no está en ningún sitio”. Tres años más tarde renunció, más desencantada y
vacía que antes.
Cuando ya había pasado de los 50 años,
se hizo testigo de Jehová. “Estaba contentísima de que los Testigos me hubieran
visitado y con mi propia Biblia hubieran contestado mis preguntas —explica
ella—. Desde que me hice testigo de Jehová, mi vida ha tenido propósito. Las
pruebas no faltan, pero ahora que conozco al Dios verdadero puedo
soportarlas.”
Estos no son dos casos aislados. En
contraposición a la situación religiosa actual, cada vez más personas se
relacionan con los testigos de Jehová y descubren que al vivir y predicar su
fe, su vida adquiere sentido.
La religión verdadera
es más relevante que nunca
Aunque vivamos en una época en que muchas
personas rechazan la religión, sería imprudente pensar que todas las religiones
son irrelevantes. Es cierto que en nuestro siglo la gente repudia los rituales
vanos y los dogmas anticuados y antibíblicos, y que detesta ir a la iglesia por
el qué dirán. En realidad, la Biblia nos recomienda evitar la religión
hipócrita. El apóstol Pablo predijo que en los “últimos días”, habría
individuos que ‘tendrían una forma de devoción piadosa, pero resultarían falsos
a su poder’. Tales personas presentarían una fachada de religiosidad, pero
negarían la validez de su devoción con su conducta. ¿Cómo debemos reaccionar
ante quienes actúan con hipocresía religiosa? “De estos apártate”, aconsejó
Pablo. (2 Timoteo 3:1, 5.)
Pero Pablo también dijo que “la religión es
una fuente de gran riqueza”. (1 Timoteo 6:6, Versión Popular.)
Pablo no se refería a cualquier tipo de religión. El vocablo griego que se
traduce “religión” en este pasaje es eu·sé·bei·a, que significa
“devoción o reverencia a Dios”. La religión verdadera, la auténtica devoción
piadosa, “encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir”.
(1 Timoteo 4:8.)
Como demuestran los ejemplos citados, la
religión verdadera da sentido a nuestra vida y nos ayuda a encarar los
problemas con entereza. Lo que es más importante, la religión verdadera nos
garantiza un futuro eterno. Merece la pena seguir este tipo de adoración, pues
tenemos la seguridad de que acabará ‘llenando la tierra’. (Isaías 11:9;
1 Timoteo 6:11.) No cabe duda: la religión verdadera es hoy más
relevante que nunca.
[Nota]
La Biblia emplea a la antigua ciudad de
Babilonia como símbolo del imperio mundial de la religión falsa, pues en
aquella ciudad surgieron muchas doctrinas religiosas antibíblicas. Con el paso
de los siglos, estas ideas babilónicas se asimilaron en las principales
religiones del mundo.
Historia de dos
edificios
España está repleta de edificios religiosos; sin embargo, el fervor que
antaño permitía construir costosas catedrales parece haber desaparecido. Por
ejemplo, en Mejorada del Campo, población situada a las afueras de Madrid, se
está construyendo una impresionante catedral católica. Justo Gallego Martínez,
ex monje benedictino, inició las obras hace cuarenta años. Sin embargo, aún
no hay más que una estructura hueca. Como el edificador solitario,
no es muy probable que el templo se termine. Sin embargo,
300 kilómetros al sur se dio un caso muy diferente.
“La fe mueve montañas” fue la frase que escogió una publicación local
para describir la construcción de un Salón del Reino que realizaron los
testigos de Jehová en la localidad española de Martos (Jaén) en solo dos días.
“¿Cómo es posible —preguntó la publicación— que en este mundo actual basado en
el egoísmo, personas de varias regiones [de España] se desplacen a Martos de
forma altruista y gratuita, para llevar a cabo [...] una obra que ha
batido el récord en rapidez, perfección y organización?” El artículo respondió
citando las palabras de un voluntario: “El mérito está en que somos un pueblo
enseñado por Jehová”.
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