En una
reunión del Consejo Mundial de Iglesias celebrada hace más de ochenta años, se
instó a los miembros a “llenarse de un espíritu evangelizante” y a enseñar a
sus rebaños a “ir a evangelizar”. Un lustro después, el eclesiástico católico
John A. O’Brien escribió sobre la necesidad de captar nuevos discípulos “yendo
adonde ellos”, y no simplemente “quedándose sentados en casa”. Y en
enero de 1994, el papa Juan Pablo II dijo que “no [era] momento
para avergonzarse del Evangelio, sino para pregonarlo desde las azoteas”.
Al parecer, estos llamamientos ocasionales
pidiendo evangelizadores han caído en oídos sordos. Un artículo del periódico
australiano Illawarra Mercury dijo: “Los católicos prominentes de la
costa sur no desean dar a su fe un enfoque como el de los testigos de
Jehová”. Un hombre afirmó que la evangelización sencillamente “no forma
parte de la mentalidad católica”. Otro argumentó: “Está bien que la Iglesia se
promocione a sí misma, pero no tocando a las puertas. Tal vez fuera mejor
hacerlo a través de las escuelas o por carta”. Incluso el deán de una catedral
no estaba muy seguro de cómo interpretar los comentarios del Papa. “Animaremos
a la gente a vivir el Evangelio que conoce —dijo—. Que esto signifique hacer
visitas a domicilio es otra cosa.” El titular del artículo resumió muy bien la
situación: “Los católicos no quieren obedecer el llamamiento del Papa para
que se predique”.
Pese al fracaso de la cristiandad en lo que
respecta a evangelizar, más de cinco millones de testigos de Jehová obedecen el
mandato de Jesús de ‘ir y hacer discípulos de gente de todas las naciones’.
(Mateo 28:19, 20; compárese con Hechos 5:42.) Actualmente predican de casa
en casa en más de doscientos treinta países. Llevan un mensaje positivo, que
realza las magníficas promesas de la Biblia para el futuro. ¿Por qué
no habla con ellos la próxima vez que lo visiten?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario