Una conocida periodista de Venezuela
relató en su columna la experiencia que tuvo con el servicio de atención al
cliente de una compañía nacional de teléfonos adonde llamó para pedir
asistencia técnica. El operador que atendió la llamada no resolvió
sus dudas y, lo que es peor, fue brusco y maleducado. Tras un segundo intento,
la atendió un joven llamado Misael, quien la trató amablemente y resolvió su
problema. La periodista escribió: “La gentileza, el respeto, las
ganas de ayudar y el espíritu de colaboración que este joven mostró durante toda
la gestión fue excepcional. Con su ayuda pude resolver el motivo de mi llamada
y aprendí lo que debo hacer en futuras ocasiones”.
Cuando la señora lo elogió por su trabajo, el joven
explicó que era testigo de Jehová y por ello intentaba tratar al prójimo tal
como enseñó Jesús. La periodista pidió hablar con el supervisor de Misael
y alabó el esmerado servicio del empleado. En su artículo mencionó que
Misael era testigo de Jehová y un venezolano ejemplar. Acabó su columna
diciendo: “Nos hacen falta muchos como él en todos los lugares que brindan
servicio de atención al público”.
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