martes, 24 de marzo de 2015

Un campo fructífero bajo cultivo


En conjunto, los venezolanos son gente tolerante que respeta la Biblia y que, salvo raras excepciones, cree en Dios. El dominio que ha ejercido la Iglesia Católica ha ido debilitándose, y muchos feligreses sinceros pero descontentos buscan otro lugar en el que satisfacer sus necesidades espirituales. La injerencia de la Iglesia en la política y la salida a la luz de la mala conducta de algunos sacerdotes no han contribuido precisamente a infundir confianza en la gente.
Sin duda, todos estos factores contribuyen a que sea relativamente fácil comenzar estudios bíblicos. En agosto de 1995, los 71.709 testigos de Jehová de Venezuela conducían más de 110.000 estudios bíblicos. Al publicador que predica con regularidad y atiende el interés de la gente no le resulta difícil comenzar estudios bíblicos que progresen. Hablando en términos generales, los estudiantes asisten a las reuniones y hacen cambios enseguida para actuar en conformidad con los justos requisitos de Jehová.
En 1936 había solo dos proclamadores de las buenas nuevas en Venezuela. En 1980 la cifra de publicadores era de 15.025, y quince años después el total de los publicadores del Reino superaba los 71.000. En 1980 había 186 congregaciones en todo el país. Ahora hay 937. Y la cantidad de los que aman y sirven a Jehová sigue creciendo.
Tiempo de edificar
Como resultado del considerable aumento en el número de publicadores que ha habido en los últimos años, muchos Salones del Reino no tienen el espacio necesario para todos los que asisten a las reuniones. El precio de la propiedad es prohibitivo, especialmente en los barrios céntricos de las ciudades. En Caracas, donde ahora mismo hay 140 congregaciones y el terreno es caro, no es extraño que compartan el mismo Salón hasta cinco congregaciones grandes con asistencias multitudinarias. Esta circunstancia permite que los vecinos asistan los domingos a un interesante espectáculo, pues ven la entrada de una congregación en cuanto sale la anterior y el sinfín de apretones de manos y besos que se dan los hermanos y hermanas. Muchos tienen que estar de pie en las reuniones, y la ventilación no suele ser la adecuada. Hay una gran necesidad de más Salones del Reino, y con la ayuda del Fondo de Salones del Reino de Venezuela, se está empezando a trabajar para paliar esta necesidad.
A pesar de que los recursos son limitados, la disposición generosa de los hermanos hizo posible la construcción del primer Salón de Asambleas de Venezuela, en Cúa, estado de Miranda. Dyah Yazbek, que trabajó en el Comité de Construcción, nos proporciona ciertos detalles: “La construcción del Salón de Cúa afrontó algunos problemas después del primer año, cuando, una vez construida la estructura, nos quedamos sin fondos para el resto de las obras. El 12 de octubre de 1982 nos reunimos con los ancianos y siervos ministeriales de la localidad y les expusimos la situación; les pedimos además que hicieran una encuesta entre los hermanos de las congregaciones. Tres meses más tarde nos llevamos la enorme sorpresa de que las donaciones ascendían a 1.500.000 bolívares —una suma considerable en aquel tiempo—, lo cual nos permitió acabar el proyecto e instalar aire acondicionado y asientos cómodos. El salón ha sido una bendición para los once circuitos que lo usan ahora mismo”. En este momento, Venezuela tiene dos Salones de Asambleas. El otro está en Campo Elías, en el estado de Yaracuy.
Una sucursal mejor
Un comité de seis hermanos maduros administra el trabajo que tiene a su cargo la sucursal. Ellos son Teodoro Griesinger, Keith West, Stefan Johansson (el actual coordinador del Comité de Sucursal), Eduardo Blackwood (que es también uno de los cuatro superintendentes de distrito), Dyah Yazbek (precursor regular y padre de familia) y Rafael Pérez (superintendente de circuito).
Como hay más trabajo en el campo, también ha sido necesario agrandar las instalaciones de la sucursal. Cuando los hermanos Knorr y Henschel visitaron Venezuela en noviembre de 1953, el hermano Knorr señaló que sería bueno comprar una propiedad donde instalar el hogar misional y la sucursal. Se encontró una casa grande y nueva de dos plantas en la tranquila zona residencial de Las Acacias, en Caracas. La sucursal y los misioneros se mudaron a Quinta Luz en septiembre de 1954, donde estuvo ubicada la sucursal veintidós años.
Cuando la cantidad de publicadores del Reino sobrepasó los trece mil, la sucursal se mudó a un nuevo lugar, esta vez a la cercana población de La Victoria, en el estado de Aragua. Este espléndido edificio nuevo parecía enorme en comparación con la anterior sucursal, y algunos no podían imaginar que se utilizaría a pleno rendimiento. Pero en 1985 se dedicó una nueva sección, que se había construido porque la sucursal se había quedado pequeña.

En cuestión de unos años la sucursal volvió a quedarse pequeña, y en 1989 se compró un terreno excelente de 14 hectáreas para levantar la nueva sucursal. Ya se ha hecho el trabajo preliminar, y se espera que las nuevas instalaciones se completen en el futuro cercano.

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