El 6 de septiembre de 1987 es una fecha
que recordarán por mucho tiempo los habitantes de Maracay. Las lluvias
torrenciales causaron inundaciones y avalanchas de lodo que arrastraron o
inundaron completamente cientos de casas.
Muchos de los casi dos mil publicadores de
Maracay asistían a una asamblea de distrito cuando azotó la catástrofe. A su
regreso, se encontraron sin casas ni posesiones. Al menos ciento sesenta
personas murieron, varios centenares desaparecieron y 30.000 se quedaron
sin hogar. Aunque ningún Testigo perdió la vida ni resultó herido de gravedad,
un total de 114 hermanos y estudiantes de la Biblia se quedaron solo con
lo que llevaban puesto.
Los hermanos organizaron enseguida un
eficiente comité de socorro y suministraron alimento, medicamentos y ropa,
incluida la de cama. Los Testigos de otras ciudades, preocupados por sus
hermanos, transportaron estos suministros en camión hasta que no se
necesitó nada más. Cuando los hermanos encargados se dieron cuenta de que había
más que suficiente para atender a los Testigos y a los estudiantes de la
Biblia, dieron alimento y ropa a los vecinos que estaban en situación
desesperada. La abundante generosidad de los hermanos y su disposición a ayudar
fortalecieron la fe.
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