domingo, 1 de marzo de 2015

Venezuela




Conocer Venezuela puede asemejarse a realizar un viaje alrededor del mundo. ¿Qué encontrará? Quizás a un indígena cazando con lanza en la selva, a una señora bien vestida comprando en una lujosa boutique, a varios visitantes bailando al ritmo de un tambor africano en una fiesta nocturna, a un muchacho envolviéndose en su poncho para protegerse del viento de la montaña mientras corre a juntar sus ovejas, y a más de setenta y un mil testigos de Jehová de todas las edades y antecedentes ocupados en hablar a la gente acerca del Dios verdadero y su Reino.
Los venezolanos descienden en su mayor parte de indios, españoles y africanos. A partir de la II Guerra Mundial, muchos emigrantes europeos procedentes de Italia, Portugal y España han venido a formar un sector importante de la población. Y al observador no puede menos que impresionarle la cantidad de jóvenes que se ven por todas partes.
Venezuela, situada en la costa septentrional de América del Sur, es una tierra de grandes contrastes. Por un lado están los 2.800 kilómetros de costa caribeña acariciada por las brisas tropicales, y por otro, las montañas coronadas de nieve y las selvas exuberantes. No solo hay llanuras extensas (conocidas como los Llanos), sino también cataratas de impresionante belleza, como la de Cuquenán, con una caída de 600 metros, y el Salto del Ángel, la cascada más alta del mundo, que se precipita 979 metros y es alimentada por un río subterráneo que nace en la rocosa meseta superior. Caracas, la capital, es una moderna metrópolis de unos cuatro millones de habitantes, que cuenta con modernos centros comerciales y está unida al interior gracias a una excelente red de carreteras. No obstante, hay cientos de miles de personas que contemplan la prosperidad de esta ciudad desde los vecindarios ilegales de los cerros.


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