martes, 24 de marzo de 2015

¿Qué opina su iglesia de los abortos?



El 22 de enero de 1973 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos falló a favor de las liberalizadas leyes del aborto. Otros países han emprendido un derrotero similar.
¿Qué opina usted de tales cambios? ¿Cree usted que está bien el destruir a un niño en desarrollo, aunque todavía no ha nacido? ¿Considera su iglesia que está bien hacerlo?
Muchas iglesias consideran que está bien hacerlo. Por ejemplo, en una resolución adoptada el 31 de mayo de 1968 las Iglesias Bautistas Americanas de los EE. UU. instaron a “que se promulgue legislación que estipule: Que la terminación de una preñez . . . sea a petición de los individuos envueltos y se considere como un procedimiento médico electivo.”
También, el Concilio General de la Iglesia Unida del Canadá afirmó “que el aborto está justificado moralmente en ciertas circunstancias médicas, sociales y económicas, y debe ser un asunto privado entre la mujer y su doctor.”
Centenares de clérigos tomaron la delantera al tratar de liberalizar las leyes del aborto. Por ejemplo, se publicó una súplica en el Citizen Patriot de Jackson, Michigan, del 6 de noviembre de 1972 en que se instó votar por la reforma de la ley del aborto. Firmada por 178 clérigos, ésta decía:
“Creemos que el aborto —como la religión— es una decisión personal, y que el Estado no debe impedir el que una mujer siga los dictados de su conciencia.”
Después de la larga lista de los nombres de los clérigos, el periódico decía:
“Los clérigos alistados arriba ocupan posición eclesiástica en 14 sectas cuyos cuerpos nacionales han expedido declaraciones que apoyan la reforma de la ley del aborto.”
Entre las muchas iglesias que respaldan las liberalizadas leyes del aborto están la Iglesia Unida de Cristo, la Iglesia Presbiteriana Unida, la Iglesia Luterana en América y la Iglesia Metodista Unida. El Concilio de Iglesias de la Ciudad de Nueva York, que incluye unas veintitrés sectas, dijo en su periódico Metropolitan Church News:
“Los oficiales y personal del Concilio recibieron con profundo aprecio la noticia del fallo del Tribunal Supremo que favorece los derechos de la mujer para determinar si quiere abortar o no.”
Es cierto, líderes católicos romanos de primer rango expresan desagrado. No obstante, algunos sacerdotes apoyan el aborto. Y el National Catholic Reporter del 15 de septiembre de 1972 dijo: “Cincuenta y seis por ciento de los católicos de la nación, según la más reciente Encuesta Gallup sobre el aborto, cree que la decisión de terminar la preñez debe ser tomada ‘solo por la mujer y su médico.’”
Justificando su fallo revolucionario, el Tribunal Supremo hizo notar que los no nacidos no son “reconocidos en la ley como personas en el sentido completo.” Así el Tribunal permite que se termine con la vida de los no nacidos hasta la vigésima octava semana de preñez.
Sin embargo, la mayoría de los abortos se lleva a cabo antes, por lo general antes de la decimotercera semana de preñez. Y por eso el Tribunal Supremo declaró sin lugar todas las leyes estatales que prohíben o restringen los abortos durante este período de trece semanas. El Tribunal sostiene que tales abortos, para la mujer, son relativamente innocuos.
Pero, por supuesto, el niño en desarrollo dentro de la madre es destruido. ¿De qué se compone realmente el niño no nacido? ¿Es simplemente una indistinguible masa de tejido?
Comentando sobre esto, el Dr. Denis Cavanaugh hizo notar en Ob. Gyn. News [Noticias de la ginecología y obstetricia]:
“Al fin de la segunda semana [de la preñez] empieza la diferenciación de los sistemas cardiovascular y nervioso. Al fin de 6 semanas [que es aproximadamente el tiempo en que una mujer por lo general sabe con certeza que está encinta] todos los órganos internos del ser humano completo están presentes . . .
“Para el fin de la octava semana se ha comenzado a formar el esqueleto, y son evidentes los ojos, los dedos de las manos y los dedos de los pies, de modo que ahora al embrión se le llama feto. . . . Después de la octava semana, no se añaden nuevas estructuras importantes, y el crecimiento adicional se compone de maduración y desarrollo de las estructuras existentes más bien que de la creación de algo nuevo.”
En consecuencia el Dr. P. G. Coffey escribió en el Daily Star de Toronto, Canadá:
“No hay diferencia esencial biológicamente entre un infante no nacido y uno que ha nacido, o si usted quiere un ejemplo específico, entre un feto de dos a tres meses de edad y un bebé recién nacido, con excepción de que uno es más maduro que el otro.”
¡Claro está que el niño en desarrollo que es destruido no es una indistinguible masa de tejido! Algunos niños abortados dentro del período permitido por la ley se mueven y respiran; algunos hasta sobreviven al proceso del aborto. Hizo notar el Times de Nueva York del 1 de febrero de 1972:
“Enfermeras de las salas de partos habían estado acostumbradas a hacer todo esfuerzo concebible por salvar a los bebés, aun los de una a tres libras [aproximadamente de medio kilo a kilo y medio], y descubrieron que a veces estaban abortando bebés más grandes que aquellos que se habían esforzado por salvar. . . . Recientemente un bebé surgió del proceso de aborto todavía vivo.”
¿No se comprende, entonces, por qué el Dr. George C. Manning escribió que el aborto es “asesinato tan ciertamente como es asesinato el voluntariosamente apagar el calor de la incubadora de un bebé prematuro de 1 12 libras”? Algunas personas se preocupan de cuál sea el siguiente paso posible. Como preguntó sir John Peel, presidente del Colegio Real de Tocólogos y Ginecólogos:
“Si la sociedad aprueba la destrucción de la vida por un conjunto de circunstancias por lo que alega ser el bien de la sociedad, ¿por qué no debería aprobar el infanticidio del niño recién nacido anormal, del mentalmente defectuoso, del delincuente, del incurable, del senil?”
¿Podría usted aprobar el matar a un infante recién nacido impotente? Pero ¿no es igual de incorrecto el matar a un bebé antes que nazca? Según la ley de Dios dada por medio de Moisés, se consideraba el embrión o feto humano como una vida, y la ley de Dios protegía esa vida. (Éxo. 21:22, 23) ¿No deberíamos nosotros tener consideración similar a los no nacidos? Sin embargo muchas, muchas religiones asumen una posición contraria a lo que dice la Palabra de Dios. ¿Qué posición ha asumido su iglesia?

Cuando el Tribunal Supremo de los EE. UU. aprobó los abortos que matarían a infantes, muchas iglesias aplaudieron el fallo. ¿Qué cree usted que Dios piensa de esas iglesias?


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