miércoles, 11 de marzo de 2015

Diez preguntas sobre el sexo. La Biblia responde


 1 ¿En qué consistió el pecado original? ¿En que Adán y Eva tuvieran relaciones sexuales?
▪ Respuesta: Muchas personas creen que el fruto prohibido del jardín de Edén fueron las relaciones sexuales. Pero eso no es lo que dice la Biblia.
Pensemos por un momento. Dios mandó a Adán que no comiera del fruto del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” antes de crear a Eva (Génesis 2:15-18). Es obvio que no pudo referirse a las relaciones sexuales, pues Adán estaba solo. Y después le dio a la primera pareja humana este claro mandato: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra” (Génesis 1:28). ¿Cómo podrían cumplir ese mandato sin tener relaciones sexuales? No tiene lógica que un Dios amoroso los sentenciara a muerte por obedecerle (1 Juan 4:8).
Otro detalle interesante: Eva no estaba con su esposo cuando “empezó a tomar [del] fruto y a comerlo”. Según la Biblia, fue “después [que] dio de este [...] a su esposo cuando él estuvo con ella, y él empezó a comerlo” (Génesis 3:6).
Y por último, Dios no censuró a Adán y Eva cuando mantuvieron relaciones y tuvieron hijos (Génesis 4:1, 2). Está claro, entonces, que el fruto prohibido no fueron las relaciones sexuales, sino que fue el fruto literal de un árbol.
 2 ¿Prohíbe la Biblia gozar del sexo?
▪ Respuesta: Según el primer libro de la Biblia, fue Dios quien creó a los seres humanos “macho y hembra”. Además, él dijo que todo lo que había hecho “era muy bueno” (Génesis 1:27, 31). Siglos después inspiró a un escritor de la Biblia para que diera estas instrucciones a los hombres casados: “Regocíjate con la esposa de tu juventud [...]. Que sus propios pechos te embriaguen a todo tiempo” (Proverbios 5:18, 19). A juzgar por estas declaraciones, ¿le parece que la Biblia prohíbe el goce sexual?
Los hechos revelan que Dios no creó los órganos sexuales únicamente para que el ser humano pudiera reproducirse, sino también para que una pareja casada pudiera demostrarse amor y cariño de un modo que agradara a ambos. Las relaciones sexuales permiten satisfacer las necesidades físicas y emocionales de un hombre y una mujer que ya mantienen una estrecha relación afectiva.
 3 ¿Aprueba la Biblia que un hombre y una mujer vivan juntos sin estar legalmente casados?
▪ Respuesta: La Biblia declara que “Dios juzgará a los fornicadores” (Hebreos 13:4). El término griego original para “fornicación” (pornéia) es muy amplio y engloba todo tipo de relaciones sexuales, así como el uso indebido de los órganos sexuales, entre dos personas que no son marido y mujer. Por tanto, Dios no va a mirar con buenos ojos que un hombre y una mujer vivan juntos, aun cuando tengan la intención de casarse después.
Por muy enamorados que estén, Dios exige que se casen antes de mantener relaciones sexuales. Si el amor es la principal cualidad de Dios y fue él quien nos dotó de la capacidad de amar, debe tener buenas razones para insistir en que solo las parejas casadas tengan relaciones íntimas. El siguiente artículo explicará cuáles son esas razones.
 4 ¿Permite Dios la poligamia?
▪ Respuesta: Dios permitió durante un tiempo que el hombre tuviera más de una esposa (Génesis 4:19; 16:1-4; 29:18–30:24). Sin embargo, él no dio origen a esta práctica, pues a Adán solo le dio una mujer.
Dios había establecido que cada hombre tuviera una única esposa y, con el tiempo, autorizó a Jesucristo a restaurar su norma original (Juan 8:28). Respondiendo a una pregunta acerca del matrimonio, Jesús declaró: “El que los creó desde el principio los hizo macho y hembra y dijo: ‘Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne’” (Mateo 19:4, 5).
Más tarde, Dios inspiró a uno de los discípulos de Jesús para que escribiera: “Que cada hombre tenga su propia esposa y que cada mujer tenga su propio esposo” (1 Corintios 7:2). La Biblia también indica que, para recibir responsabilidades en la congregación cristiana, el hombre casado debe ser “esposo de una sola mujer” (1 Timoteo 3:2, 12).
 5 ¿Está mal que una pareja casada use métodos anticonceptivos?
▪ Respuesta: Ni Jesús ni ninguno de sus discípulos dieron instrucciones a los cristianos de que se procrearan. Y en ningún lugar de la Biblia se condena explícitamente el control de la natalidad.
Así pues, corresponde a los cónyuges decidir si van a tener hijos, cuántos y en qué momento. Si optan por emplear un método anticonceptivo no abortivo, es su decisión y responsabilidad. Nadie debería criticarlos (Romanos 14:4, 10-13).
 6 ¿Condena la Biblia el aborto?
▪ Respuesta: Para Dios, la vida es sagrada. Él considera que hasta un embrión es un ser vivo único y distinto (Salmo 139:16). Por eso estipuló que se castigara a quien hiciera daño a una criatura que estuviera en la matriz. Así que, para él, acabar con la vida de un niño no nacido es un asesinato (Éxodo 20:13; 21:22, 23).
¿Y si en el momento del parto hay que escoger entre la vida de la madre y la del niño? En semejante situación, es la pareja quien tiene la última palabra.
 7 ¿Admite la Biblia el divorcio?
▪ Respuesta: Sí lo admite. No obstante, Jesús indicó que solo hay una razón válida: “Cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación [relaciones sexuales fuera del matrimonio], y se case con otra, comete adulterio” (Mateo 19:9).
Dios odia que alguien recurra al engaño y la traición para divorciarse. Él pedirá cuentas a quienes abandonan a sus cónyuges por razones de poco peso, sobre todo si es con la intención de casarse con otra persona (Malaquías 2:13-16; Marcos 10:9).
 8 ¿Aprueba Dios la homosexualidad?
▪ Respuesta: La Biblia condena tajantemente la fornicación, que incluye las relaciones homosexuales (Romanos 1:26, 27; Gálatas 5:19-21). Aunque está claro que Dios desaprueba la homosexualidad, también sabemos que “tanto amó [...] al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Así pues, aunque los cristianos verdaderos no aprueban las relaciones homosexuales, tratan con bondad a todas las personas (Mateo 7:12). Como Dios quiere que sus siervos “honren a hombres de toda clase”, no odiamos a los homosexuales (1 Pedro 2:17).
 9 ¿Qué tienen de malo el sexo telefónico, el sexting o el cibersexo?
▪ Respuesta: El sexo telefónico consiste en mantener conversaciones inapropiadas sobre sexo o escuchar mensajes explícitos por teléfono. El término sexting alude a la práctica de enviar imágenes eróticas o mensajes de claro contenido sexual a través del teléfono celular. El cibersexo abarca todo tipo de interacción de carácter sexual mediante Internet.
La Biblia no menciona específicamente estas prácticas modernas. Pero sí manda “que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal como es propio de personas santas; tampoco comportamiento vergonzoso, ni habla necia, ni bromear obsceno, cosas que no son decorosas” (Efesios 5:3, 4). El sexo telefónico, el sexting y el cibersexo fomentan una visión distorsionada del sexo y empujan a las personas a tener vivencias sexuales con alguien que no es su cónyuge. En vez de ayudar a controlar los deseos sexuales, estas prácticas promueven la idea egoísta de que lo único importante es complacerse a uno mismo.
 10 ¿Cuál es el punto de vista bíblico sobre la masturbación?
▪ Respuesta: La Biblia no habla directamente de la masturbación, esto es, la estimulación deliberada de los órganos sexuales propios para excitarse y llegar al orgasmo. Con todo, la Palabra de Dios da el siguiente mandato a los cristianos: “Amortigüen [o “den muerte a”] [...] los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, [e indecente] apetito sexual” (Colosenses 3:5; Traducción en lenguaje actual).
Quienes se masturban desarrollan un punto de vista distorsionado sobre el sexo y una actitud egocéntrica. La Biblia asegura que quienes de verdad desean dejar esta práctica perjudicial pueden contar con “el poder [de Dios,] que es más allá de lo normal” (2 Corintios 4:7; Filipenses 4:13).
[Notas]
El término pornéia también incluye prácticas —como el adulterio, la homosexualidad y el sexo con animales— que no cumplen el propósito para el que Dios creó los órganos sexuales.


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