miércoles, 11 de marzo de 2015

Búsqueda política de la utopía


Socialismo: Sistema social que aboga por la propiedad y control del Estado sobre los medios de producción. Los comunistas lo consideran una etapa intermedia entre el capitalismo y el comunismo. Comunismo: Sistema social que propugna la ausencia de clases, la propiedad común de los medios de producción y subsistencia, y la distribución equitativa de los bienes económicos.
El comunismo reintroduce la religión
Necesitamos valores espirituales [...]. Los valores morales que la religión generó y representó durante siglos pueden ayudar también en la labor de renovar nuestro país.” Pocas personas pensaban que escucharían alguna vez estas palabras de boca de un secretario general del partido comunista de la Unión Soviética. Sin embargo, el 30 de noviembre de 1989, Mijail Gorbachov anunció este espectacular cambio de actitud hacia la religión durante su visita a Italia.
¿Apoya esto de alguna forma la teoría de que los primeros cristianos eran también comunistas, y que practicaban un tipo de socialismo cristiano? Algunos quizás lo afirmen, mientras citan las palabras de Hechos 4:32 sobre los cristianos de Jerusalén: “Todas las cosas las tenían en común”. Sin embargo, si investigamos lo sucedido, descubrimos que era solo una disposición temporal debido a circunstancias imprevistas, no un sistema permanente de socialismo “cristiano”. Como compartían amorosamente sus bienes materiales, “no había ningún necesitado entre ellos” y “se efectuaba distribución a cada uno, según tuviera necesidad”. (Hechos 4:34, 35.)

“Glásnost” y “perestroika”
Desde los últimos meses de 1989, la Unión Soviética y sus gobiernos satélites comunistas en Europa del Este han experimentado cambios políticos sorprendentes, y gracias a la política de glásnost, o apertura, todos los hemos presenciado. Los europeos del Este han pedido reformas de largo alcance, que a cierto grado, se han conseguido. Los líderes comunistas han admitido la necesidad de un sistema más humanitario y compasivo y piden “el resurgimiento de un socialismo diferente, más solidario y eficaz”, como lo definió un economista polaco.
Uno de los líderes principales ha sido Gorbachov, quien, poco después de llegar al poder en 1985, introdujo la idea de la perestroika (reestructuración). Durante una visita a Italia defendió la perestroika como algo necesario para enfrentarse a los desafíos de esta década y comentó: “Al haber tomado el camino de la reforma radical, los países socialistas están cruzando un punto sin retorno. No obstante, es incorrecto insistir —como hacen muchos en Occidente— en que nos hallamos frente al colapso del socialismo, sino que por el contrario, el proceso socialista se desarrollará en múltiples formas en el mundo”.
Por lo tanto, los líderes comunistas no están dispuestos a concordar con la evaluación hecha el año pasado por el columnista Charles Krauthammer, que escribió: “La pregunta constante que ha preocupado a todo filósofo político desde el tiempo de Platón —¿Cuál es la mejor forma de gobierno?— ya ha quedado contestada. Después de milenios de probar toda clase de sistema político, cerramos este último con la seguridad de que en la democracia capitalista, pluralista y liberal hemos encontrado lo que buscábamos”.
Por otra parte, el periódico alemán Die Zeit admite con franqueza que las democracias de corte occidental presentan hoy día un cuadro lamentable, y enfoca la atención en el “desempleo, el alcoholismo, la drogadicción, la prostitución, la reducción de los programas sociales, la reducción de tasas y en los déficits presupuestarios” y entonces pregunta: “¿Es esta realmente la sociedad perfecta que ha triunfado para siempre sobre el socialismo?”.
Un dicho popular afirma que la gente que vive en casas de cristal no debería tirar piedras. ¿Qué tipo de gobierno humano imperfecto puede permitirse criticar los fallos de otro? Los hechos demuestran que el gobierno humano perfecto —la utopía— no existe. Los políticos aún siguen buscando el “buen lugar”, pero todavía no lo han encontrado en “ningún lugar”.


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