En Venezuela, el Carnaval es una época de
jolgorio, de vestimenta exótica y... de arrojar agua. A los niños sobre todo
les encanta mojar a los transeúntes desprevenidos. Por lo general no es
una buena idea salir a la calle el lunes y el martes de la semana del Carnaval.
“No hice caso de la advertencia —admite Leila
Proctor—. El primer año que estuve en Maracay pensé que debía dirigir mis
estudios bíblicos a toda costa. Pues bien, eso hice; pero llegué al primer
estudio completamente empapada, ya que me habían arrojado desde arriba un cubo
de agua. Después me encaminé a mi segundo estudio con la ropa medio seca, pero
en el camino me arrojaron otros dos cubos de agua. Llegué calada hasta los
huesos.” Otros misioneros podrían contar historias parecidas.
Ahora Leila, que está en el hogar misional de
Caracas, en Quinta Luz, modifica un poco su horario cuando llega el Carnaval.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario