martes, 24 de marzo de 2015

Un sobresaliente deseo de congregarse



Los venezolanos son por naturaleza muy sociables. Les gusta mucho reunirse en grupos grandes, sea para comer, para hacer una fiesta o para ir a la playa o al campo. Cuando entran en la organización de Jehová, este rasgo de su personalidad sigue siendo muy acusado. Les encantan las asambleas. Para muchos de ellos, el tiempo, la distancia, el costo y la incomodidad no suponen un problema siempre y cuando puedan estar juntos.
En enero de 1950 había mucho entusiasmo en el ambiente mientras los hermanos preparaban una asamblea de dos días en Maracaibo, en la que estarían presentes el hermano Knorr y el hermano Robert Morgan, de la sede mundial. Pedro Morales se llevó una decepción porque la prensa local no quiso dar publicidad a la asamblea debido a la oposición de la Iglesia. Pero cuando se acercaba el momento en que los hermanos llegarían en avión, se le ocurrió otro método. Más tarde contó: “Hice que todos los niños de la congregación estuvieran en el aeropuerto con un ramo de flores cada uno. Naturalmente, aquello despertó la curiosidad de los reporteros, quienes les preguntaron si estaban esperando a alguien especial. Los niños, que habían recibido instrucciones detalladas, respondieron: ‘Sí, señor, y dará un discurso en el Salón Masónico de la calle Urdaneta, número 6, al lado de la comisaría’. Cuando llegaron los hermanos, los reporteros sacaron fotografías, que se publicaron en los periódicos junto con la información sobre la asamblea. De modo que nos dieron la publicidad que queríamos”.
Además, durante los dos días previos a la Reunión Pública, la emisora Ondas del Lago anunció el discurso cada media hora e informó que se emitiría por radio. Los resultados fueron muy buenos. Además de las 132 personas que estuvieron en la asamblea, hubo muchas que escucharon el discurso por radio. Aquel año tuvimos en Venezuela el mayor índice de aumento en la cantidad de publicadores: un 146%.
Otra asamblea de distrito muy recordada se celebró en la plaza de toros de Nuevo Circo, de Caracas, los días 23 a 27 de enero de 1967. Fue nuestra primera asamblea internacional. Hubo 515 representantes extranjeros en el auditorio, incluidos varios directores de la Sociedad Watch Tower. Aquella fue la primera ocasión en que se presentaron dramas bíblicos. Dyah Yazbek, que supervisaba uno de ellos, recuerda: “Causó bastante impacto, no solo por la novedad y el mensaje del drama, sino también porque las 500 cámaras de los hermanos visitantes no paraban de sacar fotos”. Aquella asamblea internacional atrajo la atención. Aunque para ese tiempo había menos de cinco mil Testigos en Venezuela, asistieron 10.463 personas. Durante los tres años siguientes, el aumento en la cantidad de Testigos activos fue del 13, 14 y 19%, respectivamente.
No es raro oír que una persona interesada asiste a una asamblea de circuito o distrito antes de estudiar la Biblia o de ir al Salón del Reino. Este deseo de reunirse quedó completamente demostrado de nuevo en enero de 1988, cuando Don Adams, de la central de Brooklyn, vino de visita en calidad de superintendente de zona. Se había alquilado una plaza de toros en Valencia y se había preparado un programa de dos horas. Aunque en aquel año había 40.001 publicadores en Venezuela, la asistencia fue de 74.600 personas, llegadas desde los rincones más remotos del país. Algunas habían viajado en autobús doce horas o más con el fin de estar presentes, y cuando el programa terminó, se subieron a los autobuses para emprender un nuevo viaje de doce horas de vuelta a sus casas. Pero para los Testigos venezolanos —sonrientes, alegres y sumisos—, valió la pena estar con tantos de sus hermanos espirituales, aunque solo fuera por medio día.


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