Jesús mandó a sus discípulos que conmemoraran Su muerte
en vista de la importancia que esta tendría. (Lucas 22:19; 1 Corintios
11:23-26.)
El apóstol Pablo dijo que los que toman el pan y el vino
“siguen proclamando la muerte del Señor, hasta que él llegue”.
(1 Corintios 11:26.) Por eso, la ceremonia se centra en la muerte de Jesús
y el significado de esta para la humanidad. Es una ocasión seria, un tiempo de
reflexión sobre la bondad de Dios y el agradecimiento que debemos mostrar a
Jehová y a su Hijo. (Romanos 5:8; Tito 2:14; 1 Juan 4:9, 10.) Por eso,
Pablo advirtió: “Por consiguiente, cualquiera que coma el pan o beba la copa
del Señor indignamente, será culpable respecto al cuerpo y la sangre del
Señor”. (1 Corintios 11:27.)
Nota: Algunos
alemanes orientales que asistieron en la década del ochenta a la Eucaristía
(Comunión) durante la Pascua se quedaron sorprendidos. Junto al pan y el vino tradicionales
que se proveen en esta ocasión, algunas de las iglesias luteranas y unidas
también ofrecían una bebida alternativa: zumo de uva. ¿Por qué? “Para complacer
a los alcohólicos y a otros que no desean beber alcohol”, comentó el Servicio
de Prensa Ecuménico con sede en Ginebra.
La New Catholic Encyclopedia admite que “la misa
actual es muy diferente de la ceremonia sencilla que celebraron Cristo y sus
apóstoles”. Además, al celebrar la misa con frecuencia, incluso diariamente, la
cristiandad se ha desviado de lo que Jesús quería que se hiciera y la ha
convertido en un acontecimiento ordinario.
Nota:
A
finales de los noventa un empresario estadounidense llamado Jim Johnson produjo
pan y vino eucarísticos en envases desechables para su uso en las iglesias,
informó la revista Christianity Today. Las copitas plásticas de color
púrpura, de tamaño y forma parecidos a los vasitos dosificadores de jarabe,
contenían un sorbo de jugo de uva o vino. También incluían una hostia entre las
dos tapas que sellaban el envase. Según Johnson, las ventajas del producto era
la reducción del tiempo de preparación y limpieza, la economía y la higiene.
Más de cuatro mil iglesias usaron el nuevo producto, aunque hubo varias quejas
respecto a la comercialización del sacramento de la comunión. Johnson
respondió: “Jesús suministró el primer servicio de comida rápida cuando
alimentó a las multitudes”.
Misa
Definición: Según lo expresa la
Sagrada Congregación de los Ritos de la Iglesia Católica Romana, la misa es
“—Un sacrificio en que se perpetúa el Sacrificio de la Cruz; —Una conmemoración
de la muerte y resurrección del Señor, quien dijo: ‘hagan esto en memoria de mí’
(Lucas 22:19); —Un banquete sagrado en el cual, por la comunión del
Cuerpo y la Sangre del Señor, el Pueblo de Dios participa de los beneficios del
Sacrificio Pascual, renueva la Nueva Alianza que Dios ha hecho con el hombre de
una vez para siempre mediante la Sangre de Cristo, y en fe y esperanza
prefigura y prevé el banquete escatológico en el reino del Padre, proclamando
la muerte del Señor ‘hasta su venida’” (Eucharisticum Mysterium,
25 de mayo de 1967). Es la manera como la Iglesia Católica efectúa lo
que, a su entender, Jesús hizo en la Última Cena.
¿Quería
Jesús que esta conmemoración se observara quizás cada día o cada semana?
Catecismo explicado con gráficos y ejemplos dice: “Manda la
Iglesia oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar” (Daniel
Llorente, 1947, pág. 265). “De hecho, se anima a los fieles a participar
en la Misa y a recibir la Comunión frecuentemente, hasta todos los días”. (The
Teaching of Christ—A Catholic Catechism for Adults [La enseñanza de
Cristo... un catecismo católico para adultos], edición abreviada, Huntington,
Ind.; 1979, pág. 281.)
¿Indican todas las referencias bíblicas a “la
fracción del pan” que se estuviera conmemorando la muerte de Cristo? (Hech.
2:42, 46; 20:7 BJ.) Aun antes de la Última Cena Jesús ‘partió pan’
mientras compartía alimento en una comida (Mar. 6:41; 8:6). El pan que los
judíos usaban entonces no era la clase de pan que muchas personas acostumbran
preparar o comer hoy día. Cuando lo comían, a menudo lo quebraban o le
arrancaban un pedazo.
Jesús no dijo específicamente con cuánta
frecuencia había de celebrarse la Conmemoración de su muerte. Sin embargo, la
instituyó en la fecha de la Pascua judía, que entre sus discípulos fue
reemplazada por la Conmemoración de la muerte de Cristo. La Pascua era un
acontecimiento anual, que se celebraba el 14 de Nisán. De igual manera, la
fiesta judía de las tortas no fermentadas o los panes ázimos, la fiesta de las
Semanas (el Pentecostés), la fiesta de las cabañas o de la recolección, y el
día de expiación se celebraban una vez al año.
Debido a que la misa es un rito fundamental
de la Iglesia Católica, se esperaría que las Escrituras la apoyaran; pero
no es así. The Catholic Encyclopedia (edición de 1913) da la
siguiente razón: “La fuente principal de nuestra doctrina [...] es la
tradición, que desde antaño afirma el valor impetratorio del Sacrificio de la
Misa”. Sí, la misa católica tiene sus cimientos en la tradición, no en la
Biblia.
Sin importar la sinceridad con que se
conserve, toda tradición que esté en conflicto con la Biblia es inaceptable a
Dios. Jesús recriminó a los líderes religiosos de su tiempo diciendo: “Así
habéis anulado la Palabra de Dios por vuestra tradición” (Mateo 15:6). Puesto
que Jesús valoró la Palabra de Dios, examinemos la enseñanza de la misa a la
luz de las Santas Escrituras.
¿Cuántas veces fue
sacrificado Cristo?
La Iglesia Católica enseña que Jesús es
sacrificado cada vez que se celebra la misa, aunque sostiene que en realidad
no muere y que el sacrificio es incruento. ¿Concuerda la Biblia con esta
creencia? Observe lo que dice Hebreos 10:12, 14: “[Jesús,] habiendo
ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para
siempre. En efecto, mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para
siempre a los santificados”.
Sin embargo, un católico sincero podría
objetar: “¿No tendría que ofrecerse Jesús en repetidas ocasiones dado que
todos pecamos muchas veces?”. La respuesta que ofrece la Biblia la podemos
encontrar en Hebreos 9:25, 26, donde dice que Cristo no tuvo que
“ofrecerse a sí mismo repetidas veces [...]. Sino que se ha manifestado
ahora una sola vez, en la plenitud de los tiempos, para la destrucción del
pecado mediante su sacrificio”. Nótese que Cristo no tuvo que “ofrecerse a
sí mismo repetidas veces ¿Qué diferencia supone el que a Jesús se le
sacrificara una sola vez o que se le sacrifique repetidas veces? Es cuestión de
apreciar el valor del sacrificio de Jesús. Este es el don más sobresaliente que
jamás se haya dado, un don tan precioso, tan perfecto, que nunca tendrá que
repetirse.
Es
indudable que el sacrificio de Jesús merece que se le conmemore;
no obstante, hay diferencia entre celebrar un acontecimiento y repetirlo.
Por ejemplo, una pareja que celebra su aniversario de boda evoca el día de su
enlace matrimonial sin tener que repetir la ceremonia. Todos los años, los
testigos de Jehová conmemoran la muerte de Jesús haciéndolo tal y como él
mandó, “en recuerdo”, no en sacrificio, de él (Lucas 22:19). Además, a lo
largo del año estos cristianos se esfuerzan por cultivar una afectuosa relación
con Jehová Dios por medio de Jesucristo, poniendo en armonía su vida, sus
acciones y sus creencias con las Santas Escrituras.
Los
que abrigan la esperanza terrestre conmemoran la Cena del Señor con dignidad
asistiendo a ella y prestando atención con respeto, aunque no toman el pan
ni el vino. Ellos también se benefician del sacrificio de Cristo, pues les
permite tener una posición favorable ante Dios. (Revelación 7:14, 15.) Mientras
escuchan el discurso, aumenta su aprecio por las cosas sagradas y su deseo de
permanecer en unidad con el pueblo de Dios en toda la Tierra.
Este
año la Conmemoración se observará en miles de congregaciones de los testigos de
Jehová por toda la Tierra el viernes 3 de abril después de la puesta del
Sol. ¿Estará usted presente?
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