martes, 24 de marzo de 2015

EL PURGATORIO COMO CREENCIA DE LA CRISTIANDAD


La creencia de que los muertos necesitan ayuda para salir del purgatorio no se halla solo en las religiones no cristianas. La New Catholic Encyclopedia declara:
“Se puede ayudar a las almas del purgatorio por obras de piedad, tales como oración, indulgencias, limosnas, ayunos y sacrificios. . . . Aunque uno no puede dictar que Dios aplique el valor satisfactorio de sus obras a las almas en pena, ciertamente puede esperar que Dios oiga sus peticiones y ayude a los miembros de la Iglesia purgante.”
¿Cuán firme es la garantía que se ofrece de que esos esfuerzos producirán beneficio? La Encyclopedia continúa diciendo:
“Debido a que la aplicación de estas buenas obras depende de la petición de uno a Dios, no hay garantía infalible de que las oraciones de uno ayuden a un alma individual en el purgatorio, o a cualquiera de ellas, en el preciso instante de hacerlas. Pero la misericordia y el amor de Dios para con las almas del purgatorio, que ya están tan cercanas a Él, de seguro Lo impelen a apresurar su descargo del período de purificación cuando los fieles en la Tierra hacen sus oraciones con este propósito.”
Así, no se da garantía genuina de que las cosas que se hacen a favor de aquellos de quienes se cree que están en el purgatorio realmente logran algo. Y no hay base para dar tal garantía, porque la Biblia no lo hace. Ni siquiera contiene la palabra “purgatorio.” Note lo que reconoce la New Catholic Encyclopedia: “Al fin y al cabo, la doctrina católica sobre el purgatorio se basa en tradición, no en la Sagrada Escritura.”—Tomo 11, pág. 1034.
Se admite que una tradición no es necesariamente mala. Pero esta tradición en particular está fuera de armonía con la Palabra de Dios. Las Escrituras no enseñan que el “alma” sobrevive cuando el cuerpo muere. Obviamente, pues, no puede ser sometida a un período de purificación en el purgatorio. Así, las palabras de Jesucristo a los líderes religiosos judíos pudieran correctamente dirigirse a los que enseñan la doctrina del purgatorio: “Han invalidado ustedes la palabra de Dios a causa de su tradición. Hipócritas, aptamente profetizó de ustedes Isaías, cuando dijo: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy alejado de mí. Es en vano que siguen adorándome, porque enseñan mandatos de hombres como doctrinas.’”—Mateo 15:6-9.
Considere también los medios de ayudar a los que están en el purgatorio, a la luz de lo que se enseña en las Santas Escrituras. Como se indica en la New Catholic Encyclopedia, la oración es una de las obras de piedad que supuestamente pueden ayudar a las almas del purgatorio. En cuanto a esas oraciones, el folleto Assist the Souls in Purgatory (publicado por el Convento Benedictino de la Adoración Perpetua) dice:
“Una oración corta pero ferviente es a menudo de mayor provecho para las almas en pena que una forma prolongada de devoción que carezca de atención. Innumerables son las cortas oraciones jaculatorias a las cuales la Iglesia ha otorgado indulgencias, todas las cuales son aplicables a las almas en pena. . . . ¡Qué fácilmente podemos multiplicar estos pequeños dardos ardientes de oración durante el día mientras pasamos de tarea a tarea, y hasta mientras nuestras manos están ocupadas en algo! . . . ¡Cuántas almas no pudiéramos aliviar o soltar del purgatorio si frecuentemente durante el día hiciéramos esta corta oración indulgenciada de la Iglesia para los difuntos: ‘Otórgales descanso eterno, oh Señor, y que la luz perpetua brille sobre ellos. Que descansen en paz. Amén.’! (Ind[ulgencia] de 300 días cada vez. ‘Manual de Indulgencias,’ 582.) Si repetimos con ferviente devoción los nombres santos de ‘Jesús, María, José’ se puede obtener una indulgencia de siete años cada vez.”
¿No le parece extraño que la simple repetición de tres nombres fuera ocho veces más eficaz que una oración notablemente más larga, de dieciocho palabras? ¿Es la repetición de una oración vez tras vez lo que Dios aprueba? Referente a esto, Jesucristo dijo: “Al orar, no digas las mismas cosas repetidas veces, así como la gente de las naciones, porque ellos se imaginan que por su uso de muchas palabras se harán oír. Pues bien, no se hagan semejantes a ellos.”—Mateo 6:7, 8.
En vez de animarle a decir frases aprendidas de memoria vez tras vez, la Biblia lo anima a hacer expresiones sinceras y del corazón al orar.
No debe pasarse por alto el papel que ha desempeñado el dinero con relación a la doctrina del purgatorio. Por supuesto, pudiera argüirse en el sentido de que la razón para esa enseñanza no es interés en adquirir dinero para la iglesia. Pero esto no altera el hecho de que las organizaciones religiosas que se adhieren a la doctrina del purgatorio se complacen en recibir ofrendas materiales. La iglesia jamás censura a nadie por tratar de comprar, para sí o para otra persona, la salida del purgatorio. La iglesia jamás le aconseja a nadie que sería mejor para él usar sus limitados haberes materiales para las necesidades de la vida. Por siglos, tanto ricos como pobres han estado llenando las arcas de las organizaciones religiosas con la esperanza de acortar el tiempo que ellos o sus amados hubieran de pasar en el purgatorio. El autor Corliss Lamont hace esta observación en su libro The Illusion of Immortality:
“Las ceremonias religiosas asociadas con los difuntos han significado riqueza incalculable para la Iglesia. Esto ha sido particularmente cierto en las fes católica romana y oriental ortodoxa, en las cuales se da mucho énfasis a las misas, oraciones y otros buenos oficios a favor de los muertos, los moribundos y todos los que de alguna manera se preocupan en cuanto a su estado futuro.
“Desde temprano en la edad media, tan solo por medio de la concesión de indulgencias la Iglesia Católica ha obtenido enormes sumas tanto de ricos como de pobres. Estas indulgencias, dadas a cambio de pagos en moneda, limosnas u otras clases de ofrendas, estipulan que al alma de uno mismo o al alma de un pariente o amigo difunto se le perdone parcial o totalmente el castigo que le está destinado en el purgatorio. . . . En Rusia la Iglesia Ortodoxa acumuló enormes riquezas por medio de intercesiones similares a favor de los muertos. Además de los ingresos constantes procedentes de los obreros y campesinos deseosos de mitigar el castigo divino merecido, muchos miembros de la nobleza y la clase superior dotaron monasterios e iglesias con la condición de que se hicieran oraciones diarias por sus almas cuando ellos murieran.”
Si fuera cierto que esas ofrendas materiales sí beneficiaran a los muertos, eso significaría que Dios está interesado en el dinero. Pero él no necesita el dinero ni las posesiones materiales de nadie. Hablando por medio del salmista inspirado, Dios declara: “Ciertamente no tomaré de tu casa un toro, de tus apriscos machos cabríos. Porque a mí me pertenece todo animal silvestre del bosque, las bestias sobre mil montañas. Conozco bien toda criatura alada de las montañas, y los tropeles de animales del campo abierto están conmigo. Si tuviera yo hambre, no te lo diría; porque a mí me pertenece la tierra productiva y su plenitud.”—Salmo 50:9-12.
En realidad, ni siquiera todas las riquezas del mundo pueden ayudar a un muerto. El dinero y las posesiones materiales no pueden siquiera salvarlo de morir. Como dice la Biblia: “Los que están confiando en sus medios de mantenimiento, y que siguen jactándose acerca de la abundancia de sus riquezas, ninguno de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él; (y el precio de redención del alma de ellos es tan precioso que ha cesado hasta tiempo indefinido) para que todavía viva para siempre y no vea el hoyo.”—Salmo 49:6-9.

No puede haber duda de que los esfuerzos por ayudar a los muertos son antibíblicos. La enseñanza de que los vivos pueden ayudar a los muertos solo ha puesto una carga pesada sobre la gente. Sin embargo, el conocimiento de la Palabra de Dios libra a uno de esta idea falsa. Esto puede suministrarnos verdadero incentivo para que hagamos lo mejor que podamos mientras los miembros de nuestra familia todavía están vivos para hacerles sentir que se les necesita, ama y aprecia. Después de la muerte de ellos ya es muy tarde para que alguien compense por actos de bondad y consideración que no se efectuaron.

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