Tanto el catolicismo como las religiones
africanas creen en la existencia de intercesores entre Dios y el hombre.
El pueblo yoruba, por ejemplo, recurría a los orixás (u orishas),
guerreros y reyes deificados que supuestamente controlaban las fuerzas
naturales y mediaban entre ellos y su dios supremo, Olorun. Del mismo modo, los
católicos afirman que los “santos” interceden entre Dios y la humanidad, e
invocan a algunos en específico para que los protejan en determinadas
ocasiones.
En lugar de olvidarse de sus orixás,
muchos esclavos camuflaron su devoción venerando a “santos” con características
similares. Así, el dios yoruba de la guerra, Ogún, tomó el lugar de “san”
Antonio o de “san” Jorge, soldados y héroes de la cristiandad.
Asimismo, a Iemanjá (Yemayá), madre de todos
los orixás y diosa del mar, se la llegó a relacionar con diferentes
“apariciones” de la virgen María. Al Señor del Bonfim, el “santo” más
popular de Salvador, se le asocia con Oxalá, el orixá supremo del
panteón yoruba. Dicha asociación sigue presente en el ritual anual mencionado
al principio.
“La gente cree sinceramente y con la misma
fuerza en Jesús, los santos católicos y los orixás”, comenta un
dirigente católico de la ciudad de Salvador. “Muchos están entre una religión y
otra —asegura un antropólogo brasileño—. Salen de misa y se van directamente a
un centro de candomblé.”
La fusión de catolicismo y los cultos
africanos es un asunto delicado. Lucas Moreira, quien fue presidente de la
Conferencia Episcopal Brasileña, declaró: “Cada cual debería seguir su propia
fe, sin mezclarla”. En cambio, un obispo católico afirmó: “El sincretismo
es una realidad que desafía la acción pastoral”.
Así pues, existen dos bandos opuestos. Los
conservadores luchan contra lo que según ellos es pagano y demoníaco, mientras
que otros presionan para que se incluyan símbolos y bailes africanos en los
ritos de la Iglesia.
¿Qué diría Jesús?
Jesucristo, el Fundador del cristianismo,
predicó a gente de varias etnias y religiones, pero dijo bien claro: “Los
verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad,
porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren”
(Juan 4:23). Además, Jesús señaló que el Padre, Jehová Dios, revela la verdad
mediante Su Palabra, la Biblia (Juan 17:17).
Jesús indicó a sus seguidores que enseñaran a
“gente de todas las naciones” a “observar todas las cosas que [él había]
mandado” (Mateo 28:19, 20). Cristo nunca les dio a entender que debían
modificar sus enseñanzas a fin de atraer a gente de diferentes tradiciones y
creencias. En los días de los apóstoles hubo quienes trataron de
introducir ideas y costumbres de otras religiones, pero tales intentos fueron
condenados. “Sálganse de entre ellos, y sepárense —escribió el apóstol Pablo—,
y [Dios] los recibir[á].” (2 Corintios 6:17.)
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